viernes, abril 22

Único es la palabra.

¿Para que sentir amor si puedo sentir la suavidad de la piel de sus manos? Felicidad gobierna mi cuerpo cuando me toca, pero huye cuando no se nada de él. Cuando su aliento roza mi boca y su saliva se une con la mía siento que giramos sobre nuestro propio eje y lo demás va a otro ritmo, más acelerado. Andamos sin destino, pero si con equipaje: su sombra, su calor, sus bromas y mis risas. Sin pedir más Alegría me abraza y siento que ella esta cómoda con él, por que desde que mi vida y la suya se unieron Alegría no me abandona.
Cada milésima me alejo más de la rutina, cada día es especial, es distinto, único es la palabra.

viernes, abril 1

Aquella chica heavy. Capitulo 6.

-Mamá, ¡mira lo que sé hacer!- Corría y  daba vueltas a los almendros, era primavera y los árboles parecían sacados de un cuadro de paisajes.
-Cariño, espera, no corras. Laura coge a tu hermana y vamonos ya, que tu padre va a venir pronto y tengo que hacer la cena. ¡Sandra!, ¡he dicho que pares!- Apuntaba mi madre irritada, pero tan cariñosa y cauta como siempre.
-Vamos Sandra, no me hagas correr detrás tuya.- Me ordenaba mi hermana, y eso me molestaba, lo que hacía que no parase.
Corría como si el parque de juegos fuese un bosque, y yo huyera de algún animal hambriento, aunque la verdad, aquel animal fuese una chica de quince años preciosa y desesperada por volver a casa para prepararse para su cita .Llevaba cinco meses con su novio y ya hasta se lo había presentado a mis padres. A mi me parecía muy divertido correr y sentir como mi vestidito naranja con vuelo flotaba. Llegué al final de la valla que delimitaba el parque de juegos con la acera de una calle muy transitada. No tenía escapatoria y tendría que regresar a casa sin opciones. A sí que miré para todos lados y vi una puerta cerrada sin cerrojo. Corrí hacia ella mientras mi hermana me decía que no la abriera. Como nunca solía hacer caso, la abrí y salí del parquecillo. Mi hermana siguió mis pasos y me cogió del brazo bruscamente, la había enfadado mucho. Yo me enfadé y le di una patada a Laura. Ella me siguió mientras veía a donde me dirigía.  Yo corría exasperadamente hacia el otro lado de la calle, teniendo que pasar por la carretera que separaba una acera y otra. Ella gritaba mi nombre, pero yo sonreía satisfactoriamente al a verme librado de mi hermana. Puse un pie en la carretera y miré si venia algún coche por mi derecha, como no fue así corrí sin mirar destino la otra acera. Esquivé un coche que me pitaba y me gritaba cosas, me ruboricé y una vez en la otra acera me paré y me giré para ver si mi hermana había cruzado la calle.
La mirada de mi hermana me hace sentir la persona más cruel del mundo, esa mirada, esa puta mirada.

Enciendo mi Ipod y observo las carpetas, abro ´´Varías`` y sin mirar escojo una. Una guitarra eléctrica suena en mi cerebro.  Miro al cruzar la calle, y paso por el paso de peatones.  A cada paso que doy mi mochila golpea mi espalda. No me molesta pero hace que pase el frío a mi espalda. Me abrocho la chaqueta y me quito el pelo de cara. Siempre que camino miro hacia el suelo,  observando de vez en cuanto no darme con nada, que ya me ha pasado varías veces. Alzo la cabeza para ver cuanto trayecto me falta para llegar al instituto, ya que hoy he preferido venirme andando, por que prefiero darme un paseo. No falta mucho, dos o tres minutos tal vez. Así que me dejo llevar por los acordes del solo de guitarra. La canción acaba y miro cual es la siguiente, no me apetece escucharla así que apago el reproductor, porque además me molestan las orejas de los auriculares. El sonido de mi entorno es el típico sonido escolar, timbres sonando, ya llego tarde, gente correteando por los pasillos… Paso a mi aula y me siento. Ya está casi todo el mundo. Saco mi horario y lo ojeo, ahora toca matemáticas, podría ser peor.
Saco los libros y me limito a esperar al profesor mirando a la pizarra, mientras que la demás gente habla, ríe, se enfada. Yo no soy así, y no tengo con quien hacer esas cosas.